lunes, 10 de septiembre de 2012

lunes, 3 de septiembre de 2012

Redundancias, 5


Ricardo Pérez Pérez

Pensaba que cada sentido iba por un canal diferente, que confluían separados en su percepción...

Cada detalle del camino era percibido por separado, con lujo de detalle, cada hoja, de cada rama, de cada árbol era visto aislado; cada eco de cada sonido de cada movimiento se percibía en cada oído con velocidades claramente diferentes; cada recodo del camino los pasaba lento, aunque a velocidad promedio, no por la velocidad en sí, sino por el detalle de la panorámica que entraba por sus sentidos separado...

Al poco tiempo, descubrió que sus sentidos analizaban...

Emprendió el retorno: entonces cada pensamiento transitó a sus sentido, en síntesis. En su percepción, los detalles confluían por un canal diferente, pensaba...


 3 de septiembre de 2012

martes, 21 de agosto de 2012

De cómo conocí y después recomendé un libro


Héctor (como mi hermano) se llama y daba clases en la UNAM (entonces ENEP, ahora FES) Acatlán. Recuerdo bien que me cayó mal cuando lo conocí. Una estudiante le preguntó por qué tenía las uñas tan largas. “Para excitar”, respondió. Me pareció una respuesta fuera de lugar.

Tendría unos 20 años entonces y, después de mis clases de en la Facultad de Economía de la misma UNAM, tomaba clases como oyente de Comunicación en Acatlán. En una de las clases de Héctor, recomendó El tao del amor y el sexo, de Jolan Chang.[*]

Ya conocía, gracias a mi hermana Rosa que estudiaba Letras también en Acatlán, por cierto—,  Tao Te King de Lao Tsé (una edición que todavía conservo.) Me parecía fascinante la profundidad contenida en frases tan breves. Hasta la fecha disfruto mucho releerlo. Pero esa es otra historia, y deberá ser contada en otra ocasión" (Ende).

Por esa época era asiduo visitante y cliente de “librerías de viejo.” En una de tantas visitas a la calle de Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, me topé con una edición de Plaza y Janés del libro recomendado por Héctor. Estaba tan bien conservada que aún permanecía con su envoltura de celofán. Lo compré.

Hasta entonces el sexo era para mi placentero y punto. Asomarme a esta manera, nueva para mi, pero milenaria en su práctica del sexo me abrió un panorama inmenso. Primero en su filosofía que trastoca toda costumbre de relación que conocía entre mujer y hombre. Luego el asombro al grado de incredulidad de cómo la “punta de jade” podría llegar a equipararse con la eternidad de la “cueva de jade.”

Felizmente comencé a poner en práctica lo que aprendía en teoría y entonces el sexo fue más allá de lo placentero; incluso he pensado que es una forma de lo infinito. (Jorge Luis Borges puso un bonito ejemplo: imaginemos que al relato de Las mil y una noches se le incluya el mismo como uno de sus relatos. Las mil y una noches tendría un principio, pero sería infinito.)

Fui entusiasta promotor de El Tao del amor y el sexo; regalé varios ejemplares a mis hermanos y amigos. Ante cualquier oportunidad lo recomendaba, tanto su lectura como su práctica.

Recuero a un joven escritor (ignoro si aún escriba) llamado Froilán. Coincidimos en un ingrato empleo, pero nuestros viajes en Microbususes y Metrobús  nos daban oportunidad de platicar de literatura y otras vivencias. Salió el tema del sexo y le hablé del sexo taoísta. Como a mi, le pareció increíble, pero fue tal su interés  por conocer el libro que literalmente cada día me lo pedía prestado.

Una ocasión me acompañó a mi casa; vio el libro e irremediablemente se lo presté. También tuvo un gran impacto en su vida, al grado que cuando se lo pedí de vuelta, simplemente me dijo: “no te lo voy a devolver.” Estaba feliz con su lectura, pero más con la experiencia.

Le sugerí algunas librerías de viejo donde lo podría conseguir, pero no tuvo suerte. Ya no recuerdo si finalmente se lo quedó o me lo entregó.

Héctor no me cayó bien, pero su recomendación fue una gran aportación para mi.

21 de agosto de 2012


[*] Recuerdo que una vez me corrieron de una de esas clases por criticar a una profesora. “Pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.”